domingo, 8 de junio de 2014

Maus - Art Spielgman

Como decía, hay libros que se pasan mucho tiempo en La Lista a la espera del momento propicio. Ese momento, para Maus, fue ayer.

Fui a la biblioteca con la tierna intención de devolver unos álbumes ilustrados que había cogido hacía unos días para hace un trabajo. Pero, ¡qué ingenuidad! Las bibliotecas son lugares extraños, como pequeños laberintos cuyas paredes están forradas de enigmáticos libros. Puedes entrar en una biblioteca con cualquier tipo de intención, pero la biblioteca tiene sus propios caminos, toma sus propias decisiones sobre tu futuro como lector. Así que, mientras esperaba en el mostrador a que la devolución se llevara a cabo, es decir, un trámite de unos treinta segundos, cometí el «error» de dejar vagar la mirada a mi alrededor. Maus estaba allí, apoyado en una mesa alejada del resto. Me llamaba. De hecho creo que me estaba esperando. Y, ¿qué iba a hacer yo que llevaba años queriendo leerlo? Pues llevármelo, claro está.

«Puedo dedicarle un ratito todos los días- me decía en mi ingenuidad- mientras lo intercalo con las otras lecturas que tengo pendientes». ¡Ay de mí! Jamás aprenderé que los libros, como las bibliotecas, toman sus propias decisiones.




Antes de comenzar la lectura de Maus hay que tener en cuenta dos factores:

1) La lluvia. Comprendedlo, en general los días de lluvia son perfectos para la lectura, pero hay algunas (y Maus es una de ellas) que casi la requieren. Por eso sé que ayer el libro me esperaba. Era la noche perfecta, no dejó de caer agua ni un solo momento.

2) La hora. Creo que no soy la única que goza leyendo por las noches, aunque solo sea un rato, cuando la ciudad se queda en silencio y los demás disfrutan de su sueño (es decir, te dejan disfrutar a ti de tu lectura sin interrupciones). Al comenzar la lectura de Maus, lo mejor es no tener que madrugar al día siguiente. Solo por si acaso.


En fin. Explicado ya todo esto, que era necesario, debo confesar que me es muy difícil juzgar un cómic por el peso fundamental que tiene en él la labor de ilustración. No me siento cualificada para juzgar a nadie cuando mis dotes pictóricas se quedaron estancadas cuando pintaba casitas y soles en mitad del monte. ¿Qué puedo decir entonces de Maus? Que me gusta. Aunque no entienda, todavía sé cuando algo me agrada o me disgusta. Así que esto, más que una reseña, es una redacción del colegio.

Para empezar me gusta el tratamiento del autor/ilustrador/narrador/personaje. Cómo traslada las vidas de su familia al papel y lo convierte en viñetas (¡viñetas! no un ensayo profundérrimo sobre la existencia humana). Y digo su familia porque no me gusta hablar del «pueblo judío» como si fuera un ente único en el que si uno levanta la pierna lo hacen los otros tantos millones de judíos. Y eso también me gusta de Maus, porque me parece mucho más veraz hablar de personas, personas buenas que hacían cosas malas, personas malas que hicieron cosas bien, personas normales, personas, personas.... ¿es que acaso no somos todos eso? ¿lo mismo? ¿idénticos en defectos y virtudes? No creo que se pretenda extraer una enseñanza moral de Maus (yo al menos no lo he intentado), pero sí me parece importante que todos los personajes sean tratados con la misma objetividad, bajo el mismo prisma. Y, ¿para demostrarlo? Los animales, ratones, gatos, perros o ranas. ¿Qué más da? Bichos todos.

Podríamos hablar de la culpa del superviviente, del judío avaro, del proceso de animalización, de las relaciones paterno filiales o de la rivalidad entre hermanos, incluso. Pero de qué serviría...además de destripar por completo el cómic. La lectura es clara, diáfana. Merece la pena disfrutarlo y que cada cual haga la lectura que le apetezca. ¡Incluso habrá quién pueda juzgar la ilustración! ¡Qué afortunado!

Para más información sobre su publicación y repercusión, dejo aquí un artículo de 2007 del ABC.

No hay comentarios:

Publicar un comentario