El latín empezó a usarse en
Hispania como resultado de su gradual incorporación al Imperio Romano y de la
romanización consiguiente de los distintos pueblos prerromanos. La fase de
conquista y asentamiento dio paso a la latinización. Ahora bien, el uso del
latín no fue impuesto: las poblaciones locales lo aprendieron de los colonos
romanos, administradores, etc. El proceso fue rápido en algunas zonas (este y
sur), más lento en otras (centro, oeste y norte) y no llegó a completarse en un
área (el País Vasco).